miércoles, 29 de abril de 2009

Colores

Despertó el sol en mis pupilas, cerré los ojos conscientes de que el día empezaba y entonces fue en ese breve instante cuando imaginé su silueta como sombras de colores, corrí apresuradamente donde estaba, corrí a tomarle la mano y saludarle los días, a festejarle la vida, a sonreír en su honor. Pero sólo era una sombra de color, de agradable olor, de tibio ser, era una sombra sola, divagando por la vida, sin algo fijo, perteneciente a su alrededor, inexistente sin un mundo, era sólo dependencia, era sólo una sombra. Una sombra que no quería revivir, que no quería hacerse física, era una sombra sola, triste, vagante. No sé si quería amor o placer, no sé si quería vivir o morir, no supe nada de la sombra, sólo pude ver su reflejo triste . Cuando intenté tocarle sentí la pared, cuando quise acariciarle sólo sentí el frío del cemento, cuando quise besarle sólo sentí el olor de la pintura. No existía. No vivía, no era nada, pero lo era todo para mí. Era el recuerdo tuyo sentado al lado mío, era el olor de tu piel, el color de tus ojos. Era nada ahora pero todo antes. Eran mis ganas de verte, de quererte. Era sólo tu recuerdo. Eso era, tu recuerdo.

domingo, 26 de abril de 2009

ROSITA

Un día, como cualquier otro, nació de una pequeña flor, una rosita, delicada, hermosa, brillante, con luz propia.
Un día especial, ella adquirió un nombre, Sofía, asignado por el capullo de esta flor.
Un día maravilloso ella salió de su capullo y caminó por un mundo rosado, tan tibio y seguro como la flor de la que nació.
Un día oscuro, ella se lastimó un tobillo y dolida siguió su camino.
Un día brillante, ella adquirió un amigo, caminó con él y aprendió palabras nuevas.
Otro día, más oscuro, su amigo murió para siempre bajo los pasos de la maldad, lloró la hermosa rosita amargamente.
Un día nublado, ella adquirió una muleta, que le ayudaba con su cojera.
Un día soleado, ella lloró, desconsolada, por su antiguo amigo y recordó sus palabras.
Un día lluvioso, ella conoció una matera, alta, hermosa, y quiso posarse en ella; pero no puedo acomodarse correctamente por lo que lastimó su tallo y entonces se aferró más a su muleta.
Un día frio, ella pensó.
Un día tibio, con la brisa rosando su cara, ella cerró sus ojos y sólo escuchó su corazón.
Un día no tan lindo, ella maduró.
Otro día, ella respiró y empezó a creer en su ser.
Al día siguiente, ella sonrió sin tener en cuenta el clima.
Una semana después, la rosita descubrió un mundo nuevo, fue feliz.
Un día lluvioso, ella escuchó que la flor de la que había nacido había sido extinta por el fuego.
Un segundo del mismo día, ella lloró, pero recordó con amor y sabiduría.
A los tres días, ella se sintió mejor, tomó algo de agua y calmó su ser.
Tres semanas después, se dio cuenta que sus piernas no respondían como antes, se fijó en su vejez, se aferró aún más a su muleta.
Dos días más tarde, encontró las voces del viento y los ojos del cielo.
Un minuto luego, saboreó el azúcar, las victorias de la vida, esperando para siempre el cerrar sus ojos.
Dos años después, la rosita imagino su juventud, se rió y decidió dormir, esperando el día de nunca más despertar.
Cuatro años luego, ella recordó su adultez y se dio cuenta que su niñez era confusa.
Una semana más tarde, ella contemplaba sus pétalos opacos, arrugados y marchitos.
Al segundo se deshojó, y entonces fue para siempre feliz.

viernes, 24 de abril de 2009

El ego-maniaco

Hoy me he dado cuenta de (he reconfirmado) cómo funciona nuestra naturaleza, el placer, el sentirse bien nos lleva solamente a ser egoístas y a disfrutar de las personas solamente por el encanto y la satisfacción de sentirse acompañado, valorado.

Nuestra autoestima no es más que un ego escondido detrás de un manto algo traslúcido, que lo hace percibir frágil, algo que nos lleva a buscar la felicidad en la vida por medio de los demás, no somos capaces de salir adelante creyendo nuestros mismos conceptos, no somos capaces de respirar por nuestros mismos pulmones, necesitamos de esa palabra externa y perfecta que llega a nuestro cerebro y quiebra el corazón, sacando tantas mariposas escondidas en nosotros.

Necesitamos de versos de amores, necesitamos de palabras confusas para sentirnos deseados, y el egoísmo llega con el necesitar todo esto y todo aquello que nos deja sentir estrellas y alcanzar un ego aun más alto, más grande, más monstruoso.

Creo que es vergonzoso poner a todos aquellos que desean querernos o lo desearon en algún momento detrás de condiciones perfectas, que nos llevan a obligarlos a comportarse de ésta o esa manera. A sacrificar cosas, como el sueño, para hacernos sentir importantes, agradables, deseables.

No creo justo con ellos, quienes desean querernos, someterlos a tantas cosas solamente por el deseo de sentir, de sentir bien. No creo justo con ellos las ideas que crecen en nuestras mentes, haciéndonos pensar, imaginando un odio repentino hacía nosotros, no creo justo de repente odiarlos momentáneamente, no creo justo querer morir por eso que pensamos, porque ese pensamiento sólo genera un dolor profuso y repentino en nosotros y ahora nuestro vil egoísmo nos crea la ilusión de morir por ellos, sin ni siquiera saber exactamente qué es lo que está en realidad pasando.

Querer que desaparezcan repentinamente, para no verlos más, para que nadie más pueda disfrutarlos, para que nuestro dolor sea en parte vengado, por nuestro monstruoso ego que no quiere ser defraudado.

¿Por qué no solamente vivir al máximo cada momento? Dejando de lado el ego, el egoísmo, siendo totalmente ingenuos creyendo cada sonido, cada sabor, sin sentirnos lastimados por la duda al final del día ¿Por qué no solamente pensar en ellos como un recuerdo profundo que cada vez que llega a nuestras mentes se pueda oler, se pueda tocar, pero sin la necesidad egoísta de que se vuelva a repetir? ¿Por qué no dejarlos libres, y pensar que serán más felices con su libertad y si algún día desean volver, solamente recibirlos?

Es difícil, porque es la naturaleza de la carne la que no quiere sentirse herida. Pero ¿por qué es necesario pensar que debemos salir heridos? Sólo se necesita imaginar con los sentidos , probando cada cosa y dejando que suceda. Disfrutar el momento. El exacto momento. El color, las palabras, las letras, cada consonante, cada vocal, cada sonido, cada trago, sin compromiso.

Porque cada ser humano necesita en el fondo, aunque se niegue, unos dorados aros delgados que unan eternamente la vida de dos desconocidos, siempre se piensa, siempre la sociedad está encima como el sol candente juzgando nuestros pasos, nuestro físico, nuestros sentimientos, nuestra bondad, nuestra maldad, nuestra verdad, todo, cada cosa que somos, están bajo los ojos de ese horrible ser, la sociedad, que a la final nos ha moldeado, nos ha estructurado, nos ha puesto un aire de ella en nosotros, llevándonos a ser egoístas.

Aprendimos lo que ella, la sociedad, juzgó que era bueno, pero nos hemos chocado con un espíritu rebelde dentro de nosotros el cual no traga entera cada razón que la sociedad impone.
Nos mostró un mundo de opciones correctas que podemos hacer y otras no correctas que no debemos hacer, se inventó el deber, la obligación, trastornó nuestra mente en cierta parte, y nos enseñó a capturar en el sentimiento a ellos quienes quieren libremente querernos.

Nos enseñó juzgarlos, nos enseñó odiarlos intrínsecamente, nos enseñó enloquecer por ellos si no están junto a nosotros, nos enseñó que el abandono era malo, que la libertad no es digna de uno solo, que el mal está en la soledad, que necesitábamos capturar eternamente a ese ser que deseaba querernos.

Pero se le olvidó decirnos que estos seres eran libres, que no somos quienes para imponernos, que no los conocemos jamás a fondo, que la felicidad no se encuentra reteniéndolos para que nuestro maniaco ego sienta mejor. Se le olvidó enseñarnos a ser realmente humanos, realmente mejores, y ahora el precio lo pagamos con pequeñas dosis de dolor , con pequeños lapsos de locura, con suspiros profundos y lágrimas gruesas, con querer gritar, arrancarnos el cabello, con la sensación de frustración, de indeseo… con nuestro loco ser.

Pero ahora sólo queda ser consciente de la realidad. Estar atentos al movimiento sin anhelar el pasado pero aprendiendo de él, y así proveernos un mejor futuro. Tratando de ser cada día más libres, y liberarnos de tantas ataduras, no siendo irracionales que se mueven con el viento y el pasar de la gente, tratar de buscar nuestra propia esencia, sin el ego y el egoísmo que es tan nuestro y nos destroza tan rápido, sin el juzgar que no nos deja ser consecuentes y pone una venda en nuestros ojos y sin oír a la sociedad que pone un yugo sobre nuestros hombros. Tal vez así podamos estar más cerca a la felicidad que tanto tantos buscan, de respirar por nuestros pulmones y reaccionar por nosotros mismos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,la palabra precisa, la sonrisa perfecta.Ojalá pase algo que te borre de pronto:una luz cegadora, un disparo de nieve,ojalá por lo menos que me lleve la muerte,para no verte tanto, para no verte siempreen todos los segundos, en todas las visiones:ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.”
Silvio Rodríguez – “Ojalá”








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¿Pero por qué diablos necesito tenerlo cerca? Ahora se vuelve personal, ahora no puedo reaccionar, ahora me posee el demonio del egoísmo y mi instinto es buscarlo, sentirlo, quererlo. Mi instinto es morir, ya no sobreviviré más, y quiero que se muera de dolor por la distancia, quiero hacerlo sufrir, quiero que el pensamiento no lo deje en paz.