miércoles, 30 de noviembre de 2011

No quiero perder mi blog. Te amo, Ben! :)

martes, 21 de junio de 2011

La distancia y la cercanía.

La distancia es mágica y cautivadora. La distancia ha sido mi amante más ferviente y de quien he esperado el mayor desplante.

La distancia me enseña a retenerme, a encerrarme, a anhelar las cosas que tendría pero que no tengo.

La distancia enseña prudencia, respeto, sinceridad… pero también concientiza y aplaca la verdad.

Si no existiera la distancia seguramente seriamos seres más derrochadores y más facilistas, la distancia nos obliga a azotarnos, a mordernos la lengua y a guardar silencio.

También, la distancia muestra el brillo de lo que no existe acá, en la cercanía. La distancia se ríe de todos y nos hace responsables de lo que está ausente o de lo que existió por segunda opción.

La distancia es un asesino, uno invisible, que viene con su arma blanca para hacernos pensar que el dolor de ella misma es la ausencia de lo querido.

La distancia siempre me hace pensar gris y luego todo está amarillo y tranquilo. La distancia pone en mi pecho un sentimiento de escasa cercanía y de imponencia a la que me voy acostumbrando cada día.

La distancia me atonta y luego me aviva, recordándome la ilusión que paso de mi y matando el recuerdo con pequeños suspiros que ya no duelen tanto pues se acostumbraron a la estreches de mi pecho.

La distancia es inclemente y extrañamente sonriente.

¿Y la cercanía?

La cercanía es amena y dulce, la cercanía no ha conocido el dolor de la ausencia y sigue pavoneándose segura y decidida.

La cercanía pone un fuego en mi, de un dulce sabor verde, de un dulce sabor acido que le da más gusto a mi lengua.

La cercanía es tibia y veraz, es fuerte y reluciente, tiene estrella alrededor, tiene luz pero brillante, tiene un poquito de misterio, pero tiene también mucha confianza.

La cercanía es placentera y agradable, es del sabor del chocolate y la nutella. La cercanía es la ilusión que pasa por mí y se queda y me arrulla y me hace sonreír.

La cercanía es hermosa y no duele, la cercanía piensa en la posibilidad de ausencia y se acongoja un poco, pero ella es firme en su saber y no deja que esto le afecte. La cercanía vive cada día, cada luna y cada estrella.

La cercanía me regala el más tierno beso sin miedo a lo que no está, si no con certeza de lo que existe.

La cercanía no se burla, es tierna y complaciente.

martes, 15 de marzo de 2011

Olvidarte

Hoy, después de un año y aproximadamente cinco meses , estoy totalmente convencida que olvidé a alguien que pensaba inolvidable. Hoy después de algunas lagrimas, algunos mocos, mucha gripa, suspiros y más llanto, algunos besos inolvidables he logrado mi objetivo: Olvidarte.
Por que sí, en efecto, ese se volvió un objetivo de corto , mediano y largo plazo en mi vida. Olvidarte, era el más profundo de mis problemas y en lo que más me desgastaba hasta hoy, mejor, hasta el mes pasado. Olvidarte, era una misión imposible, que se carcomía mi vida poco a poco. Porque me había aferrado tanto a un ideal de él, que tal vez ni siquiera existe, que enloquecí en mi soledad y la necesidad de su recuerdo.
El recuerdo sólo está ligado a los buenos momentos pasados y a la necesidad de aniquilar y asesinarlo con el olvido. Hasta que el olvido se haga tan fuerte que ya no podamos distinguir la felicidad de esos días , ni el aroma, ni el sabor, ni las mariposas. Hasta que cerremos los ojos y ya no exista nada, sólo muchos píxeles cada vez mayores desfigurando la gloria de los sentidos en esos días , píxeles que al final sólo forman una mancha de un color armónico que nos da una mediana y desorientada idea de la felicidad de esos días.
Olvidarte... ¿cómo hacerlo? me preguntaba con frecuencia.
Primero, me aferraba tanto a su presencia en las sombras de mi habitación y a sus colores que me perseguían que a la final no tenía ni voluntad, ni realismo para arrancar su recuerdo.
Me di cuenta que simplemente olvidarte era lo mejor que me había traído su presencia, sus ojos, su olor, por que me di cuenta que olvidarte no era más que la necesidad de tener esa esencia en mis manos y dejarla ir de a pocos. Yo hice mi parte, él hizo la suya.
Olvidarte, ya lo hice, se cumplió una meta, que creía imposible, en mi vida en la cual pude darme cuenta que el amor es simplemente algo efímero, algo que se debe disfrutar en cuestiones de tiempos cortos, en intervalos temporales estáticos, en donde el dinamismo de éste simplemente pasa por breves momentos.
Me di cuenta que soy un ser finito con ganas de infinitud, que me gustaba perpetuar sin esperar nada más del futuro; olvidarte me ayudo a darme cuenta de las cosas que carezco y de cómo repararlas. También olvidarte acentúo mi respeto por la libertad, por el amor libre y me ayudo a madurar y ver cómo por ahora funciona la vida y su romance para mi.
No creo en el amor eterno, por ahora, no creo en el amor eterno.

En conclusión, encontrarte y luego olvidarte me hizo mejor persona.

lunes, 21 de febrero de 2011

Un nuevo dolor.

Ahora solo quiero que sea un sí. De nuevo un sufrimiento se despierta el amor de siempre que surge y tengo que asesinarlo. La esperanza y la fe nunca me alcanzan aunque espero que después de mañana sea diferente.