martes, 22 de septiembre de 2009

Dioses

Mi arte no se compara con el suyo, ellos son dioses que mezclan las palabras para darle un tinte amargo, dulce, ácido y salado, sabores que llenan el alma de felicidad, una bocanada de aire fresco, que tocan esas almas tristes y las alegran, que tocan esas almas alegres y las opacan. Ellos tienen el don en su mente, las letras en su vida y la ganancia en su muerte. Ellos son dioses, dioses latinos que tienen el poder de posponer la esperanza, que tienen el don de amar al papel como al más sensual de los amantes, con experiencia, con dulzura, con excelencia. Quienes disfrutan sus desgracias y le cuentan a los oídos de la pluma su desdicha, ellos son dioses que pueden poner el alma en el papel, de hermosa manera, de hermoso parecer. Ellos tienen los ojos en el mañana del ayer, ellos son almas encarnadas con exótico pensar. Ellos tocan las puertas del placer, los frutos rojos los rodean y entonces nacen hijos, hijos largos y esotéricos. Ellos aman, ellos lloran, a ellos no les importa. Cada día nace un hijo, pero no hereda nada más que el alma. Cada letra tiene un poco de sol, un poco de luna. Una marea alta que los lleva a la locura. Quiero su locura. Quiero su tristeza y su continua depresión. Quiero su desesperación, su cigarro en mi mano. Quiero su devoción, quiero sus frustraciones, quiero su pasión. Pasión honda, pasión profunda, pasión para mostrar, pasión al respirar. Quiero su pensar, su imaginación, quiero volar en sus manos, quiero que vuelen conmigo. Sin embargo, mi arte no se compara al de ellos. Ellos son gloriosos, yo sólo soy bazofia.

martes, 15 de septiembre de 2009

Afrodita.

Palabras, palabras corren por mi cabeza, situaciones, recuerdos, amarguras, lágrimas, momentos de quebrantos, faltos de alegría. Paz. Un dulce recuerdo, una lágrima de consolación, otra de alegría, un sol resplandeciente con una pequeña llovizna, un abrazo ceñido, un mar de alegría con momentáneo bienestar. Un ciclo, unos días, una mentira establecida, el pacto eterno de dos seres que antes se amaron profundamente, que compartían sueños, que compartían leyes, sonrisas, lágrimas, amor, placer, odios mutuos, mutuos destellos de energía, felicidad, eterna felicidad. Un pacto, tal vez uno satánico, derrocando el bienestar, la dignidad, el autoestima, la prioridad, el amor al ser, el ambiente agradable, la serenidad. Un pacto establecido por la sociedad, un pacto establecido por la rutina, un odio creciente, una luna plateada que se derrama encima de lo que antes era placer y ahora es agonía. Llantos, más quebrantos, almas siempre amarradas queriendo paz. Una nueva situación, un mundo desconocido, falta de valentía, ausencia de energía, conformismo, otro nuevo llanto, la dignidad arrancada desde el fondo del alma. Los críos ahora se han levantado fríos, formados, basados, queriendo arrancar de un soplido tanto dolor visto. Se sienten, reniegan, piensan, resignación, saturación, de nuevo el conformismo asaltando sus vidas. La sociedad, la institución latentes a juzgar, a inundar, a perpetuar tan horrible unión, no hay paz, no hay tranquilidad, todo se torna gris, como lleno de humo de cigarrillo viejo, sin filtro. El olor es denso, la mente se agobia. La agonía de nuevo empieza, otro ciclo, otro sol, otra pequeña llovizna, no hay paz, ¡no hay paz!… es tenue, no veo, no siento, odio momentáneo, razono, el alma está fría, no escucho, sólo en mi mente existe una voz sigilosa, como confiable, como que se burla. Es extraño, no veo, no escucho, no siento, sólo saboreo esa difícil visión de un futuro más apacible, más tierno, más cálido. Busco el bienestar, no lo encuentro. Una mente nueva, no sé si confiable o no, me guía. No soy buena, no soy mala, estoy confundida. No pienso, ahora, no razono ahora, sólo escribo. Hace frío. Estoy cansada. Quiero escribir, quiero dejar de hacerlo, razonó de nuevo, libero mi alma con estas líneas, un poco de alivio viene a mi, como una manta algo vieja, que no funciona bien, que no abriga bien, que no huele bien, sin embargo, me cubre, me afina, me embriaga, me tapa, me resigna. Me resigna.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Beso.

Ella desde ahora sólo juega, besa, huele, juega… ríe, siente, llora, juega. Ella desde antes sabía la verdad, y entonces ahora sólo juega. Ella, quien amo desaforadamente, entendió las reglas del juego y entonces, sólo juega. Ella, esa hermosa princesa, accedió paso a paso a esa vil mentira, e inteligentemente, ya en la partida, sólo juega. Ella, quien puso a jugar su corazón, lo ha rescatado a tiempo, con dulzura lo recoge poniéndolo de nuevo en su lugar, su razón se alegró al ver que apaciguaba el dolor, entonces, la razón entró al juego y empezó a jugar , ya guardado el corazón, el campo tenía un esencia de venganza, ahora ella sólo juega. La razón sonríe triunfante, y ella sólo juega. Están las manos fuertes, que siempre había amado y por las que hubiese entregado el universo, aún en su fantasía, en su placer, sin embargo, ella sólo juega. Están esos labios, apetecibles y jugosos, que siempre soñó, pero ella sólo juega. Ya nada importa, el corazón está resguardado, ya no está triste y la razón quiere vengar con placer el dolor. Ella sólo juega. Y jugará hasta que sienta que otras manos, otros labios, otros ojos emitan sonidos diferentes, más armónicos, más dulces, más consientes, más sabios, más tiernos, un poco más dulces, que emita un aliento a menta, un olor a yerbabuena. El olor a menta y el color de Jamaica rebotarán inmensamente en su alma, y le darán el sonido de la verdad. La piel de sus allegados marcará en su mente la sensación de libertad. Los labios dulces sobre su frente le darán muerte al juego demencial. Los cuerpos fundiéndose en uno, pondrán en jaque el oponente que la trajina. Las promesas de amor eterno borrarán las partidas perdidas de su corazón, la libertad de su unión la dejará libre para entregar una vez más el corazón. Estará, entonces, más confiada, más serena, más tranquila. Sentirá la seguridad de sus brazos, de su mente, sentirá la alegría de sus ojos, la fortaleza de su espalda. Lo dejará en libertad, la dulce princesa, cocinará deliciosos postres que él probará y le encantarán el alma. La dulce princesa, abrazará sus sonrisas y besará su alma. La dulce princesa ya no juega más, entonces, el oponente, cae, llora, reniega, suplica, miente, corre, salta, insiste, llega. Ya no hay puertas para su entrada, ni para su llegada, sólo un candando puesto en aquella cerradura, donde la llave la tiene quien es dueño de su dulce sonrisa. Ya no juega más, ya no le importa, la vida se encargo de darle todo el bienestar en otras manos, de sentir el cuidado, de ser feliz por un instante, de ser consciente de la nueva luz que sus ojos cantan, de volar libre, de relajar su integridad, de besar apasionadamente, de razonar instintiva. Ya no juega más, ahora el corazón baila libre, tonadas no tan elegantes. Ahora la razón se mantiene, aunque alerta, más tranquila… pero siempre vigilante. Ahora, esta princesa sonríe, feliz, libre, apasionada, realizada. Ya no juega más. Al menos, hasta que sea hora de jugar.