domingo, 24 de enero de 2010

Eso

Al contenerse de hacer las cosas, sólo se incrementa la intensidad de querer... siempre me pasa lo mismo, no sé si es porque soy yo o porque simplemente es lo que pasa. Sin embargo, al final las ganas son incontenibles y no importa nada: ni la dignidad, ni la rabia, ni la alegría, ni la tristeza... por que sólo son momentos que pasan , emociones que no están arraigadas y entonces, las ganas de querer se arraigan más que uno mismo, y entran y poseen todo, el alma, la mente, el cuerpo hasta que caigo de rodillas y el suplicio de ser más y de liberarme más me toma como esclava y termino sólo haciendo lo que según algunos no debía.
Termino obedeciendo a algo que hay dentro, ¿qué será? no tengo idea... pero la mayoría de las veces termino así. Hoy por ejemplo, hasta el sueño me faltaba, ese que ahora me está arrullando, gracias a “eso” que hace que de una esplendorosa humillación y esclavitud pase a la más hermosa de las libertades. Esa que se siente al hacer lo que uno quiere.

jueves, 21 de enero de 2010

ademan

Quisiera irme lejos, donde nadie me conociera… donde simplemente la gente pasará sin saber de mi, donde me mirarán y se dieran cuenta de mi diferencia. Me quiero ir lejos, inventándome un pasado diferente, en un lugar donde la gente no se interese por nada, donde la compañía no sea obligatoria y pueda abrazar mi soledad… tal vez me iría pero mejor olvidando mi pasado totalmente, que sólo existiera blanco, blanco profundo en mi mente. Que la sociedad me viera extraño y tenue, y que sólo aquellos corazones sin temor a la rareza quisieran acercarse. No buscaría la felicidad, no buscaría el amor, no buscaría sino un poco de tranquilidad, estaría en un lugar donde nadie me pudiera dañar, sólo con la compañía de algunos animales, almas puras al final. No saldré con la excusa de ir siguiendo algo, sólo quiero terminar mi vida acá para emigrar, tal vez caminando, tal vez nadando… para encontrar otro rumbo lleno de simplezas y sin complicaciones. Donde la hierba de día acaricie mis pies descalzos y las estrellas en la noche alumbren mi mente. Estoy fatigado ya de tanto cemento en los corazones, de tanta falsedad en los labios, de tanto odio en el ambiente, de tantas manos amigas que no oyen su alma, que no se quieren ni quieren a nadie más. Estoy harto de la luz que me persigue, de los ademanes que me corrompen, del dolor en el corazón. Por eso, es mejor salir, corriendo, volando… ¡huyendo!