domingo, 26 de julio de 2009

La hermeticidad de un ser.

No podía dejar pasar mi adorado mes de Julio, sin antes, escribir algo en mi blog. En esta oportunidad quiero compartir con ustedes algo que me ha impactado en el alma, es un ser humano, como con esencia de ratón, lo veía pequeño, como “desgualido” y bastante blanco, con una de esas apariencias que lo hacían algo tibio, y algo tierno, algo confortable.

Podría imaginármelo bastante dulce, en su esencia varonil, lo que me causaba algo de alegría. Medio libre, medio feliz. Así me lo imaginaba, hasta cuando un día en un cruce de palabras pude ver que esa esencia de ternura se volvía amanerada, ya que su alma era fría y un poco desgraciada.

Me impacto sobre manera como veía el mundo, sin piedad, con el alma fría, creyéndose el amo del universo, creyéndose importante por el sólo hecho de ser él mismo. ¡Era terrible! , toda esa fachada de tierna elegancia, y dulzura quedó rezagada a un ser sin misericordia que no conocía el dolor del prójimo y el menos afortunado.

Cada palabra que me decía me hacia pensar en que jamás hubiese concebido la idea que un hombre, racional, no pudiese ver la realidad de un país, la miseria de unos pocos, y no sentir, al menos, lastima por ellos.

Cada vez que recuerdo lo que me decía, puedo sentir una indignación inmensa, por que jamás hubiese concebido un ser de tal talante. Sé que hasta ahora no he dicho, en absoluto, nada más que aterradas frases de la gran depresión que esté ser causo en mi, pero paciencia, ya les contaré algunos detalles, como dije antes, aterradores.

Hasta ese día no había caído en cuenta de su fobia hacia las bacterias, cada vez que tenía la oportunidad iba a bañarse sus manos, no lo había notado hasta después de ese trágica tertulia, pues entonces “até cabos”.

Todo empezó caminando por mi adorada Candelaria, en la cual habitan muchos seres de la calle, quienes algunas veces infunden temor, otras repudió, pero siempre en el fondo, hubiese creído, hasta ese día, que todo ser humano, en nuestra nación, más afortunado (mejor condición económica) , hubiese de sentir algo de misericordia hacia estos personajes.

Yo por mi parte, aunque no puedo evitar un poco el miedo (infundido siempre por la sociedad) trato de darles un trato cálido y humano, no viéndolos como son siempre, oscuros, sino tratándolos sin asco, sin miedo.

Ese día uno de estos personajes, me pidió una moneda, en el fondo de mi ser siempre quiero poder darles algo más, no una fría moneda (además que sé que no es del todo responsable y bueno) pero no me gusta dejarlos con la mano extendida y con el sentimiento de que no me importan., siempre que doy una moneda, porque lo hago, siempre pienso que podrán conseguirse algo de comer (la próxima vez debo darles de comer, eso estoy intentando y lo haré cuando tenga las circunstancias dadas) , en este caso, no tenía “una fría moneda” sin embargo, hablé con este hombre, le sonreí, lo traté con amor, y pude sentir que se fue satisfecho de no ser repudiado de nuevo.

Con lo que no contaba era con este ser ratonesco que iba caminando al lado mío y quien al verme en mi actuar, me ha sermoneado, totalmente indignado de que yo, en mi esencia me hubiera rebajado a tratar de amar a un ser con menos suerte a la nuestra.

Obviamente, para quienes me conocen, me indigné en extremo, pensé que como la mayoría de las personas, el ratonesco, me estaba tratando de decir que no era digno darles una moneda, en lo que estoy de acuerdo, pero su regaño empezó a direccionarse de manera extraña, él trataba de hacerme ver que yo no debía porqué preocuparme por estas personas, que no era digno para mi, como afortunada persona, tratarme con ellos, que él no entendía en su “racional” ser (que no es racional, ni humano, ni nada, para mi, pero al cual debo respetar por su condición de humano) porque yo quería tener un trato con esta gente, quienes se habían ganado su destino y quienes no eran dignos de ninguna compasión. ¡Por Dios Santísimo! Toda esa verborrea irreal y sin-misericordia, hacia que mis oídos se vomitarán de todo lo que oían. Era increíble, tenía delante de mí, pensé, a una especia de monstruo frío e inconciente.

Quedé quieta, como embrutecida, pensando, que estaba entendiendo mal, que en este mundo no podía existir un ser humano que fuera tan inconciente, tan frío, sin corazón, tan orgulloso de su suerte, tan digno de estar entres quienes tenemos la fortuna de comer cada día las veces que queramos, y quien teniendo la capacidad de dar algo, al menos una sonrisa , un apretón de mano (jamás lo hará porque piensa que son seres sucios y bacteriosos) , a quienes lo necesitan, no fuese capaz de hacerlo, no porque no tuviese la capacidad, sino porque sencillamente esos infelices no eran dignos de tan deslumbrante presencia, es decir, de él.

Frustrada y más aterrada y más nauseada de lo que antes estaba, me dí cuenta, que el embrutecido en el alma era él, empecé a percibirlo como un ser despreciable, como alguien digno de pesar, como alguien cerrado de mente y de corazón, como alguien que sólo quería mostrarse a si mismo, como alguien asqueroso.

Se tomaba el atrevimiento de juzgar mi misericordia, mi sensibilidad para con los menos afortunados, se regodeaba de su situación de ser afortunado (ya que creía que el hecho de haber nacido en un hogar bueno se lo merecía sólo por ser él. ¡Repudiable!) , se indignaba cuando le mostraban la realidad, cuando le pedían ayuda, no le gustaba verse incomodado, el no era digno de pasar por esas situaciones, no tenía porque incomodarse por los demás, ese no era asunto suyo, era asunto del gobierno.

Lo contemplaba con ojos absortos, como no creyendo, pensaba que era asqueroso, pero a la vez me gustaba oírlo y ver lo que había en este mundo, que las personas tienen la capacidad de hacerse repudiar. Me parecía increíble, me parecía imposible… pero ahí estaba el ratón, señalándome por mi pasado actuar (en el cual di algo de comer a los habitantes de la calle) diciendo que eso no era mi asunto, que para él era inconcebible.

Lo repudié inmensamente, pero en ese mismo instante pensé: “él merece el mismo respeto por ser ser humano, que el respeto que siento por los indigentes de la calle.”- “¡Un poco menos!”, oí una voz divertida en mi cabeza. -

La conclusión y lo bueno que pude sacar de esta tan desdeñada situación: Esta bien oír todos los puntos de vista, porque de esa forma uno tiene una concepción del mundo, cada persona es un mundo diferente, y seguramente como el ratonesco ser, muchos piensan igual, entonces, ya no me descrestaré al encontrar otro hermético y antibacterial ser.